March 02, 2022

Directamente de Kyiv - uma carta dirigida à esquerda ocidental

 


Una carta desde Kiev a la izquierda occidental

Taras Bilous  

26/02/2022

Escribo estas líneas desde Kiev, mientras la ciudad está siendo atacada por la artillería. Hasta el último minuto, esperaba que las tropas rusas no lanzarían una invasión a gran escala. Ahora sólo puedo agradecer a los que pasaron la información a la inteligencia estadounidense.

Ayer me pasé medio día preguntándome si debía unirme a una unidad de defensa territorial. La noche siguiente, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky firmó una orden de movilización general y las tropas rusas avanzaron y se prepararon para rodear Kiev, lo que hizo decidirme.

Pero antes de ocupar mi puesto, me gustaría comunicar a la izquierda occidental lo que pienso sobre su reacción frente a la agresión de Rusia contra Ucrania.

En primer lugar, agradezco a aquellos de la izquierda que están organizando concentraciones ante las embajadas rusas -incluso a los que tardaron en darse cuenta de que Rusia era el agresor en este conflicto.

Agradezco a los políticos que apoyan la idea de presionar a Rusia para que ponga fin a la invasión y retire sus tropas. Y agradezco a la delegación de diputados, sindicalistas y activistas británicos y galeses que vinieron a apoyarnos y escucharnos en los días previos a la invasión rusa. También agradezco a la Campaña de Solidaridad con Ucrania en el Reino Unido su ayuda durante muchos años.

Este artículo trata de la otra parte de la izquierda occidental. Los que imaginaron la "agresión de la OTAN en Ucrania", y fueron incapaces de ver la agresión rusa - como la sección de Nueva Orleans de los Democratic Socialists of America (DSA). O el Comité Internacional de la DSA, que emitió una vergonzosa declaración sin decir una sola palabra crítica contra Rusia (estoy muy agradecido a Stephen R. Shalom, Dan La Botz y Thomas Harrison por su crítica a esta declaración). O los que criticaron a Ucrania por no aplicar los acuerdos de Minsk y guardaron silencio sobre la violación de estos acuerdos por parte de Rusia y las llamadas "Repúblicas Populares" [Donetsk y Lugansk]. O los que exageraron la influencia de la extrema derecha en Ucrania, pero no se fijaron en la extrema derecha de las "repúblicas populares" y evitaron criticar las políticas conservadoras, nacionalistas y autoritarias de Putin. Son, en parte, responsables de lo que está sucediendo.

Esto forma parte de un fenómeno más amplio en el movimiento "antiguerra" occidental, generalmente denominado "campismo" por los críticos de la izquierda. La autora y activista británico-siria Leila Al-Shami le ha dado un nombre más fuerte: "antiimperialismo idiota". Leed su maravilloso ensayo de 2018 si aún no lo habéis hecho. Sólo repetiré aquí la tesis principal: la actividad de gran parte de la izquierda "antiguerra" occidental sobre la guerra de Siria no tuvo nada que ver con detener la guerra. Sólo se opuso a la injerencia occidental, ignorando, si no apoyando la participación rusa e iraní, por no hablar de su actitud hacia el régimen de Assad "legítimamente elegido" en Siria.

"Algunas organizaciones antiguerra han justificado su silencio sobre las intervenciones rusas e iraníes argumentando que "el principal enemigo está en casa", escribe Al-Shami. "Esto les absuelve de realizar cualquier análisis serio del poder para determinar quiénes son realmente los principales actores de la guerra".

Por desgracia, hemos visto repetir el mismo cliché ideológico sobre Ucrania. Incluso después de que Rusia reconociera la independencia de las "repúblicas populares" a principios de esta semana, Branko Marcetic, editor de la revista estadounidense de izquierdas Jacobin, escribió un artículo dedicado casi por completo a criticar a Estados Unidos. En cuanto a las acciones de Putin, llegó a señalar que el líder ruso había "dado muestras de ambiciones poco benévolas". ¿En serio?

No soy un fan de la OTAN. Sé que, tras el final de la Guerra Fría, el bloque (la OTAN) perdió su función defensiva y aplicó políticas agresivas. Sé que la expansión de la OTAN hacia el este socavó los esfuerzos para lograr el desarme nuclear y formar un sistema de seguridad común. La OTAN ha intentado marginar el papel de las Naciones Unidas y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), y desacreditarlas como "organizaciones ineficaces". Pero no podemos volver sobre el pasado. Tenemos que centrarnos en las circunstancias actuales cuando buscamos un medio para salir de esta situación.

¿Cuántas veces se ha referido la izquierda occidental a las promesas informales de Estados Unidos al ex presidente ruso Mijaíl Gorbachov sobre la OTAN ("ni un centímetro al este"), y cuántas veces ha mencionado el Memorándum de Budapest de 1994 que garantiza la soberanía de Ucrania? ¿Cuántas veces ha apoyado la izquierda occidental las "legítimas preocupaciones de seguridad" de Rusia, un Estado con el segundo mayor arsenal nuclear del mundo? Y, por otro lado, ¿cuántas veces ha recordado las preocupaciones de seguridad de Ucrania, un Estado que tuvo que cambiar sus armas nucleares, bajo la presión de Estados Unidos y Rusia, por un papel (el Memorándum de Budapest) que Putin pisoteó definitivamente en 2014? ¿Se les ha ocurrido alguna vez a los críticos de izquierdas de la OTAN que Ucrania es la principal víctima de los cambios provocados por la expansión de la OTAN?

Una y otra vez, la izquierda occidental ha respondido a las críticas a Rusia mencionando la agresión de Estados Unidos contra Afganistán, Irak y otros Estados. Por supuesto, estos estados deben ser incluidos en el debate, pero ¿cómo, exactamente? El argumento de la izquierda debería ser que en 2003 otros gobiernos no presionaron lo suficiente a EE.UU. respecto a Irak. No es que ahora haya que presionar menos a Rusia sobre Ucrania.

Un error evidente

Imaginad por un momento que, en 2003, cuando Estados Unidos se preparaba para invadir Irak, Rusia se hubiera comportado como lo ha hecho Estados Unidos en las últimas semanas: con amenazas de escalada. Ahora imaginad lo que podría haber hecho la izquierda rusa en esta situación, según el dogma "nuestro principal enemigo está en casa". ¿Habría criticado al gobierno ruso por esta "escalada", diciendo que "no debe reducir las contradicciones interimperialistas"? Es obvio para todos que dicho comportamiento, en este caso, habría sido un error. ¿Por qué no es evidente en el caso de la agresión a Ucrania? Si EE.UU. y Rusia llegaran a un acuerdo e iniciaran una nueva guerra fría contra China, ¿sería realmente lo que queremos?

En otro artículo de Jacobin de principios de este mes, Marcetic llegó a decir que Tucker Carlson, de Fox News, tenía "toda la razón" sobre la "crisis de Ucrania". Lo que Carlson había hecho era cuestionar "el valor estratégico de Ucrania para Estados Unidos". Incluso Tariq Ali, en la New Left Review, citó con aprobación el cálculo del almirante alemán Kay-Achim Schönbach, quien dijo que expresar "respeto" a Putin sobre Ucrania “cuesta tan poco, realmente nada" dado que Rusia podría ser un aliado útil contra China. ¿Hablas en serio? Si EE.UU. y Rusia pudieran entenderse e iniciar una nueva Guerra Fría contra China, ¿sería realmente lo que queremos?

Reformar la ONU

No soy partidario del internacionalismo liberal. Los socialistas deberían criticarlo. Pero esto no significa que debamos apoyar la división de "esferas de interés" entre los Estados imperialistas. En lugar de buscar un nuevo equilibrio entre los dos imperialismos, la izquierda debe luchar por una democratización del orden de seguridad internacional. Necesitamos una política global y un sistema global de seguridad internacional. Tenemos esto último: es la ONU. Sí, tiene muchos defectos, y a menudo es objeto de críticas justas. Pero la crítica puede servir tanto para rechazar algo como para mejorarlo. En el caso de la ONU, necesitamos a la ONU. Necesitamos una visión de izquierdas para la reforma y democratización de la ONU.

Por supuesto, esto no significa que la izquierda deba apoyar todas las decisiones de la ONU. Pero un fortalecimiento general del papel de la ONU en la resolución de conflictos armados permitiría a la izquierda minimizar la importancia de las alianzas político-militares y reducir el número de víctimas. (En un artículo anterior, escribí sobre cómo las fuerzas de paz podrían haber ayudado a resolver el conflicto del Donbas. Por desgracia, esto ya no es de actualidad hoy en día). Después de todo, también necesitamos a la ONU para resolver la crisis climática y otros problemas globales. La reticencia de muchas fuerzas internacionales de izquierda a utilizarla es un terrible error.

Tras la invasión de Ucrania por parte de las tropas rusas, David Broder, editor de Jacobin Europe, escribió que la izquierda "no debería disculparse por oponerse a una respuesta militar de Estados Unidos". De todos modos, esta no era la intención de Biden, como ha dicho en repetidas ocasiones. Pero gran parte de la izquierda occidental debería admitir honestamente que ha "metido la pata" en la formulación de su respuesta a la "crisis ucraniana".

Mi punto de vista

Terminaré hablando brevemente de mí y de mi punto de vista. Durante los últimos ocho años, la guerra en el Donbas ha sido el principal problema que ha dividido a la izquierda ucraniana. Cada uno de nosotros ha formado su posición bajo la influencia de la experiencia personal y otros factores. Así, otro activista de la izquierda ucraniana habría escrito este artículo de forma diferente.

Nací en el Donbas, pero en el seno de una familia ucraniana y nacionalista. Mi padre se involucró con la extrema derecha en la década de 1990, al ver el declive económico de Ucrania y el enriquecimiento de los antiguos dirigentes del Partido Comunista, contra los que luchaba desde mediados de la década de 1980. Tiene, por supuesto, opiniones muy antirrusas, pero también antiamericanas. Todavía recuerdo sus palabras el 11 de septiembre de 2001. Mientras veía el derrumbe de las torres gemelas en la televisión, dijo que los responsables eran "héroes" (ya no lo cree, ahora piensa que los estadounidenses las volaron a propósito).

Cuando comenzó la guerra en el Donbas en 2014, mi padre se unió como voluntario al batallón de extrema derecha Aidar, mi madre huyó de Lugansk y mi abuelo y mi abuela se quedaron en su pueblo, que cayó bajo el control de la "República Popular de Lugansk". Mi abuelo condenó la revolución ucraniana de Euromaidán. Apoya a Putin que, según él, ha "restaurado el orden en Rusia". No obstante, todos intentamos seguir hablando (pero no de política) y ayudándonos mutuamente. Intento mantener la relación con ellos. Al fin y al cabo, mi abuelo y mi abuela se pasaron toda la vida trabajando en una granja colectiva. Mi padre era un trabajador de la construcción. La vida no ha sido amable con ellos.

Los acontecimientos de 2014 -la revolución seguida de la guerra- me empujaron en dirección opuesta a la de la mayoría de la gente en Ucrania. La guerra mató el nacionalismo en mí y me empujó a la izquierda. Quiero luchar por un futuro mejor para la humanidad, no para la nación. Mis padres, con su trauma postsoviético, no entienden mis opiniones socialistas. Mi padre desprecia mi "pacifismo", y tuvimos una desagradable conversación después de que me presentara en una manifestación antifascista con un cartel que pedía la disolución del regimiento de extrema derecha Azov.

Cuando Volodymyr Zelensky se convirtió en presidente de Ucrania en la primavera de 2019, esperaba que pudiera evitarse el desastre actual.  Al fin y al cabo, es difícil demonizar a un presidente rusofono que ganó con un programa de paz para el Donbas y cuyas bromas fueron populares entre ucranianos y rusos por igual. Por desgracia, me equivoqué. Aunque la victoria de Volodymyr Zelensky cambió la actitud de muchos rusos hacia Ucrania, no evitó la guerra.

En los últimos años he escrito sobre el proceso de paz y las víctimas civiles de ambos bandos de la guerra en Donbas. He tratado de promover el diálogo. Pero todo eso se ha convertido en humo. No habrá ningún compromiso. Putin puede planear lo que quiera, pero, aunque Rusia tome Kiev y establezca su gobierno de ocupación, resistiremos. La lucha durará hasta que Rusia abandone Ucrania y pague por todas las víctimas y toda la destrucción.

Así que mis últimas palabras son para el pueblo ruso: dense prisa y derroquen al régimen de Putin. En su interés y en el nuestro.

historiador, destacado activista del Movimiento Social Ucraniano y editor de la revista Commons. 
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TRADUÇÃO

Escrevo estas linhas a partir de Kiev, enquanto a cidade está sob ataque da artilharia. Até ao último minuto, esperava que as tropas russas não lançassem uma invasão em grande escala. Agora só posso agradecer àqueles que transmitiram a informação aos serviços secretos dos EUA.

Ontem passei meio dia a pensar se deveria aderir a uma unidade de defesa territorial. Na noite seguinte, o Presidente ucraniano Volodymyr Zelensky assinou uma ordem de mobilização geral e as tropas russas avançaram e prepararam-se para cercar Kiev, o que me fez decidir.

Mas antes de tomar o meu lugar, gostaria de dizer à esquerda ocidental o que penso sobre a sua reacção à agressão da Rússia contra a Ucrânia.

Antes de mais, agradeço àqueles que, à esquerda, organizam comícios em frente às embaixadas russas - mesmo àqueles que tardaram em perceber que a Rússia era o agressor neste conflito.

Agradeço aos políticos que apoiam a ideia de exercer pressão sobre a Rússia para pôr fim à invasão e retirar as suas tropas. E agradeço à delegação de deputados britânicos e galeses, sindicalistas e activistas que vieram apoiar-nos e ouvir-nos nos dias anteriores à invasão russa. Estou igualmente grato à Campanha de Solidariedade da Ucrânia no Reino Unido pela sua ajuda ao longo de muitos anos.

Este artigo é sobre o outro lado da esquerda ocidental. Aqueles que imaginavam a "agressão da NATO na Ucrânia", e não conseguiam ver a agressão russa - como a secção de Nova Orleães dos Socialistas Democratas da América (DSA). Ou o Comité Internacional da DSA, que emitiu uma declaração vergonhosa sem dizer uma única palavra crítica à Rússia (estou muito grato a Stephen R. Shalom, Dan La Botz e Thomas Harrison pelas suas críticas a esta declaração). Ou aqueles que criticaram a Ucrânia por não implementar os acordos de Minsk e permaneceram em silêncio sobre a violação destes acordos pela Rússia e as chamadas "Repúblicas Populares" [Donetsk e Lugansk]. Ou aqueles que exageraram a influência da extrema-direita na Ucrânia, mas não olharam para a extrema-direita nas "Repúblicas Populares" e evitaram criticar as políticas conservadoras, nacionalistas e autoritárias de Putin. Eles são parcialmente responsáveis pelo que está a acontecer.

Isto faz parte de um fenómeno mais vasto no movimento ocidental "antiguerra", geralmente referido como "campismo" pelos críticos da esquerda. A autora e activista britânico-síria Leila Al-Shami deu-lhe um nome mais forte: "anti-imperialismo idiota". Leia o seu maravilhoso ensaio de 2018, se ainda não o fez. Vou apenas repetir aqui a tese principal: a actividade de grande parte da "antiguerra" ocidental que resta na guerra síria não teve nada a ver com a paragem da guerra. Apenas se opôs à interferência ocidental, ignorando, se não apoiando, o envolvimento russo e iraniano, para não mencionar a sua atitude em relação ao regime "legitimamente eleito" de Assad na Síria.

"Algumas organizações anti-guerra justificaram o seu silêncio sobre as intervenções russas e iranianas argumentando que "o principal inimigo está em casa", escreve Al-Shami. "Isto absolve-os de realizar qualquer análise séria do poder para determinar quem são realmente os principais actores na guerra".

Infelizmente, vimos repetir o mesmo cliché ideológico sobre a Ucrânia. Mesmo depois de a Rússia ter reconhecido a independência das "repúblicas populares" no início desta semana, Branko Marcetic, editor da revista americana de esquerda Jacobin, escreveu um artigo quase inteiramente dedicado a criticar os EUA. Quanto às acções de Putin, chegou ao ponto de notar que o líder russo tinha "mostrado sinais de ambições pouco caridosas". A sério?

Não sou adepto da NATO. Sei que após o fim da Guerra Fria, o bloco (NATO) perdeu a sua função defensiva e prosseguiu políticas agressivas. Sei que a expansão da OTAN para Leste minou os esforços para alcançar o desarmamento nuclear e formar um sistema de segurança comum. A OTAN tentou marginalizar o papel das Nações Unidas e da Organização para a Segurança e Cooperação na Europa (OSCE), e desacreditá-las como "organizações ineficazes". Mas não podemos revisitar o passado. Temos de nos concentrar nas circunstâncias actuais enquanto procuramos uma forma de sair desta situação.

Quantas vezes a esquerda ocidental se referiu às promessas informais dos EUA ao ex-presidente russo Mikhail Gorbachev sobre a NATO ("nem um centímetro a leste"), e quantas vezes mencionou o Memorando de Budapeste de 1994 que garante a soberania da Ucrânia? Quantas vezes a esquerda ocidental apoiou as "legítimas preocupações de segurança" da Rússia, um Estado com o segundo maior arsenal nuclear do mundo? E, por outro lado, quantas vezes recordou as preocupações de segurança da Ucrânia, um Estado que teve de trocar as suas armas nucleares, sob pressão dos EUA e da Rússia, por um pedaço de papel (o Memorando de Budapeste) que Putin espezinhou definitivamente em 2014? Já ocorreu aos críticos de esquerda da NATO que a Ucrânia é a principal vítima das mudanças provocadas pela expansão da NATO?

Uma e outra vez, a esquerda ocidental tem respondido às críticas à Rússia, citando a agressão dos EUA contra o Afeganistão, Iraque e outros Estados. Claro que estes Estados devem ser incluídos no debate, mas como, exactamente? O argumento da esquerda deveria ser que em 2003 outros governos não exerceram pressão suficiente sobre os EUA em relação ao Iraque. Não é que a Rússia deva agora ser colocada sob menos pressão sobre a Ucrânia.

Um erro gritante

Imaginem por um momento que, em 2003, quando os Estados Unidos se preparavam para invadir o Iraque, a Rússia se teria comportado como os Estados Unidos se comportaram nas últimas semanas: com ameaças de escalada. Agora imagine o que a esquerda russa poderia ter feito nesta situação, de acordo com o dogma "o nosso principal inimigo está em casa". Teria criticado o governo russo por esta "escalada", dizendo que "não deve reduzir as contradições inter-imperialistas"? É óbvio para todos que tal comportamento, neste caso, teria sido um erro. Porque não é óbvio no caso da agressão contra a Ucrânia? Se os EUA e a Rússia chegassem a um acordo e começassem uma nova guerra fria contra a China, seria isso realmente o que queremos?

Num outro artigo de Jacobin no início deste mês, Marcetic chegou ao ponto de dizer que Tucker Carlson da Fox News estava "absolutamente certo" sobre a "crise da Ucrânia". O que Carlson tinha feito era questionar "o valor estratégico da Ucrânia para os Estados Unidos". Até Tariq Ali, na New Left Review, citava com aprovação os cálculos do Almirante alemão Kay-Achim Schönbach, segundo os quais expressar "respeito" por Putin sobre a Ucrânia "custa tão pouco, realmente nada", dado que a Rússia poderia ser um aliado útil contra a China. Está a falar a sério? Se os EUA e a Rússia pudessem dar-se bem e iniciar uma nova Guerra Fria contra a China, seria isso realmente o que queremos?

Reformar a ONU


Não sou um adepto do internacionalismo liberal. Os socialistas deveriam criticá-lo. Mas isto não significa que devemos apoiar a divisão de "esferas de interesse" entre os Estados imperialistas. Em vez de procurar um novo equilíbrio entre os dois imperialismos, a esquerda deve lutar por uma democratização da ordem de segurança internacional. Precisamos de uma política global e de um sistema global de segurança internacional. Temos a última: é a ONU. Sim, tem muitas falhas, e é frequentemente objecto de críticas justas. Mas a crítica pode servir tanto para rejeitar algo como para o melhorar. No caso da ONU, precisamos da ONU. Precisamos de uma visão de esquerda para a reforma e a democratização da ONU.

É claro que isto não significa que a esquerda deva apoiar todas as decisões da ONU. Mas um reforço geral do papel da ONU na resolução de conflitos armados permitiria à esquerda minimizar a importância das alianças político-militares e reduzir o número de vítimas. (Num artigo anterior, escrevi sobre como as forças de manutenção da paz poderiam ter ajudado a resolver o conflito no Donbas. Infelizmente, isto já não é actual hoje em dia). Afinal, também precisamos da ONU para resolver a crise climática e outros problemas globais. A relutância de muitas forças internacionais de esquerda em usá-la é um erro terrível.

Após a invasão da Ucrânia pelas tropas russas, David Broder, editor da Jacobin Europe, escreveu que a esquerda "não deve pedir desculpa por se opor a uma resposta militar dos EUA". Esta não era de qualquer forma a intenção de Biden, como ele tem dito repetidamente. Mas grande parte da esquerda ocidental deveria honestamente admitir que "meteu a pata na poça" na formulação da sua resposta à "crise ucraniana".

O meu ponto de vista

Vou terminar falando brevemente de mim e do meu ponto de vista. Durante os últimos oito anos, a guerra no Donbas tem sido a principal questão a dividir a esquerda ucraniana. Cada um de nós formou a sua posição sob a influência da experiência pessoal e de outros factores. Assim, outro activista ucraniano de esquerda teria escrito este artigo de forma diferente.

Nasci no Donbas, mas no seio de uma família nacionalista ucraniana. O meu pai envolveu-se com a extrema-direita nos anos 90, vendo o declínio económico da Ucrânia e o enriquecimento dos antigos líderes do Partido Comunista, contra os quais tinha lutado desde meados dos anos 80. Tem, claro, opiniões muito anti-russas, mas também antiamericanas. Ainda me lembro das suas palavras a 11 de Setembro de 2001. Enquanto via na televisão o colapso das torres gémeas, disse que os responsáveis eram "heróis" (já não acredita nisso, pensa agora que os americanos os explodiram de propósito).

Quando a guerra em Donbas começou em 2014, o meu pai juntou-se ao batalhão de extrema-direita Aidar como voluntário, a minha mãe fugiu de Lugansk e o meu avô e a minha avó ficaram na sua aldeia, que ficou sob o controlo da "República Popular de Lugansk". O meu avô condenou a revolução ucraniana Euromaidan. Ele apoia Putin que, segundo ele, "restaurou a ordem na Rússia". No entanto, todos tentamos continuar a falar (mas não sobre política) e a ajudar-nos uns aos outros. Tento manter a relação com eles. Afinal de contas, o meu avô e a minha avó passaram toda a vida a trabalhar numa quinta colectiva. O meu pai era um trabalhador da construção civil. A vida não tem sido amável para eles.

Os acontecimentos de 2014 - a revolução seguida pela guerra - empurraram-me na direcção oposta à maioria das pessoas na Ucrânia. A guerra matou o nacionalismo em mim e empurrou-me para a esquerda. Eu quero lutar por um futuro melhor para a humanidade, não para a nação. Os meus pais, com o seu trauma pós-soviético, não compreendem a minha visão socialista. O meu pai despreza o meu "pacifismo", e tivemos uma conversa desagradável depois de eu ter aparecido numa manifestação anti-fascista com um cartaz a pedir a dissolução do regimento de extrema-direita Azov.

Quando Volodymyr Zelensky se tornou presidente da Ucrânia na Primavera de 2019, esperava que o actual desastre pudesse ser evitado.  Afinal, é difícil demonizar um presidente de língua russa que ganhou com um programa de paz para os Donbas e cujas piadas eram populares tanto entre ucranianos como entre russos. Infelizmente, eu estava errado. Embora a vitória de Volodymyr Zelensky tenha mudado a atitude de muitos russos em relação à Ucrânia, não impediu a guerra.

Nos últimos anos tenho escrito sobre o processo de paz e as baixas civis de ambos os lados da guerra em Donbas. Tenho tentado promover o diálogo. Mas tudo isso foi-se evaporando. Não haverá compromisso. Putin pode planear o que quiser, porém, mesmo que a Rússia tome Kiev e estabeleça o seu governo de ocupação, nós vamos resistir. A luta durará até que a Rússia deixe a Ucrânia e pague por todas as vítimas e por toda a destruição.

Assim, as minhas últimas palavras são para o povo russo: despachem-se e derrubem o regime de Putin. É do vosso e do nosso interesse.

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