February 15, 2023
LUIS SEPÚLVEDA: AÚN CREEMOS EN LOS SUEÑOS
Nunca es fácil ver un sueño realizado, pero el mío, tal vez por ser tan ingenuo, tan poco épico, tan chileno, no encontró mayores escollos. Una tarde, y gracias a la influencia del cine, birlé a la bibliotecaria un manojo de llaves, y estampé las que se me antojaron más importantes en un molde de cera. Más tarde, gracias a la colaboración sin preguntas de un amigo, que trabajaba con su padre en un quiosco donde hacían llaves, a la entrada del Portal Fernández Concha, tuve un juego de llaves que me abrirían las puertas de la Biblioteca.
Recuerdo, porque mi porfiada memoria de chileno no deja de recordar, que un fin de semana compré el que se me antojaba alimento de emergencia de los escritores; pan de anís y leche. Valga señalar que otros amigos, el pintor Carlos Catasse, el actor Jorgue Guerra, el inolvidable “Salvaje” Hugo Araya, compartían esta extraña afición por la leche y el pan de anís, lo que permite deducir que también es alimento básico de pintores, actores y camarógrafos.
Ese fin de semana, premunido de leche y pan de anís -el mejor lo hacían en la insuperable panadería La Selecta-, esperé oculto en un patio a que el personal de la biblioteca se retirara, cerraran la puerta principal, y me dirigí hasta el amplio salón en donde se alineaban los estantes y los libros. Debo agregar que ya empezaba un destino de fumador empedernido, y al inventario de subsistencia se agregan dos paquetes de aquellos deliciosos “Liberty”. Una de las llaves abrió la cerradura, empujé la puerta, y entré por primera vez a la que sería y es mi única patria: mi idioma y sus palabras.
Tomaba libros al azar, leía un par de páginas, cogía otro, los conocidos me dejaban la grata impresión de topar con un viejo amigo, los que no conocía me llenaban de sed de leer. Es cierto que la aventura fue breve; apenas dos noches y dos días encerrado en la vieja casona, pero al amanecer del lunes salí con la satisfacción de haber hecho realidad un sueño, y además con un gran descubrimiento: la generosidad existía y era un atributo del género humano. (…)
Fragmento inicial de la intervención en el lanzamiento de la editorial Aún creemos en los sueños–Le Monde Diplomatique, en la Biblioteca Nacional de Santiago de Chile, 16 de abril de 2002. Publicado en el libro El poder de los sueños, de la misma editorial.
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